La estrella de siete puntas
Cumplir quince años es todo un acontecimiento. Al menos en mi familia.
Semanas antes de que llegue la fatídica fecha empiezan a repetirse los avisos velados; las preguntas casuales sobre gustos y necesidades se hacen habituales, y las referencias al implacable paso del tiempo acompañan los cereales de cada desayuno.
Cuando ya solamente faltan días para el evento, el ambiente familiar se vuelve realmente irrespirable.
No sé por qué ni quién ha impuesto en mi casa esa costumbre de celebrar los quince años por todo lo alto.