Un esqueleto en el armario
Una noche, cuando tenía once años, desde la cama, oí llorar a mi madre. Yo llevaba varios días enfermo, sin darle demasiada importancia. En aquel tiempo, todos los niños enfermábamos de vez en cuando, y a menudo lo tomábamos como unas pequeñas vacaciones. Aquella noche alcancé a oír alguna palabra suelta de las que pronunciaba mi madre en la cocina, y la respuesta de mi padre dándole la razón, y así supe que lo que tenía podía ser grave. Era un dolor en el pecho, una tos persistente...