Blanca y Viernes
Conocí a Viernes cuando yo tenía diez años, hace ya unos cuantos veranos.
Unos días antes, mis padres y yo nos dirigíamos en coche hacia nuestra casa de la playa. Íbamos por la carretera que recorríamos todas las vacaciones. Y de atasco en atasco, porque siempre vamos allí en las mismas fechas: o sea, cuando va todo el mundo.
Es como si los que vivimos en las ciudades nos pusiéramos de acuerdo para trasladarnos a la vez a los mismos sitios. Y el resultado es que al final, seguimos estando juntos pero más apretados.