La puerta oscura. Réquiem
Adolphe Bineau consultó su reloj sin dejar de avanzar. Ya pasaba de la medianoche. ¿Cómo se le podía haber hecho tan tarde? Aceleró el paso al tiempo que abandonaba la avenida principal y se adentraba por una red de estrechos callejones para tomar un atajo. Tras una jornada laboral especialmente intensa, estaba impaciente por llegar a casa, abrazar a su mujer y echarse a dormir.