Entre la gente rica de Cheeseburgo se puso de moda calzar a los gatos. Los gatos se acostumbraron pronto y la moda se extendió. Tiempo después todos los gatos iban con botas. Más tarde pasó lo que tenía que pasar: que los gatos dejaron de cazar... y miles de ratones llenaron las calles de la ciudad. Las mentes más privilegiadas del reino se reunieron para tomar una decisión y se les ocurrió... llamar al flautista de Hamelín. Pero este vivía retirado en una isla del Pacífico. Hubo que tomar otra sabia decisión...
Si los gatos llevasen botas, podrían pasar muchas cosas; y si todo fuera como en los cuentos, el mundo sería un disparate. Cuando se intenta cambiar la naturaleza de las cosas, las consecuencias pueden ser imprevisibles. Esta historia es divertida y disparatada, y si la leen muchos súbditos del mundo de los cuentos, se podrían socavar los cimientos de su sociedad estamental. Una fábula graciosa y subversiva a la que acompañan, con mucha simpatía y humor, las brillantes ilustraciones de Rashin Kheiriyeh.
Entre la gente rica de Cheeseburgo se puso de moda calzar a los gatos. Los gatos se acostumbraron pronto y la moda se extendió. Tiempo después todos los gatos iban con botas. Más tarde pasó lo que tenía que pasar: que los gatos dejaron de cazar... y miles de ratones llenaron las calles de la ciudad. Las mentes más privilegiadas del reino se reunieron para tomar una decisión y se les ocurrió... llamar al flautista de Hamelín. Pero este vivía retirado en una isla del Pacífico. Hubo... Seguir leyendo
Si los gatos llevasen botas gobernarían las ranas
¡Eh! ¡Eh! No tan deprisa... Ni todos los gatos llevan botas ni todas las brujas son malvadas ni todos los príncipes se convierten en ranas. ¡Eso son cuentos! Algunos gatos llevan botas, algunas brujas son malvadas y algunos príncipes se convierten en ranas; pero... ¿Qué pasaría si las cosas fueran como en los cuentos? ¿Qué pasaría si todos los gatos llevasen botas?