Historia de una gran pasión ahogada por la convención social que halla un escape en las delicias de la gastronomía. Laura Esquivel metió el realismo mágico en la cocina y fabricó un plato literario lleno de matices y perfectamente satisfactorio. Es un libro absolutamente seductor y memorable, que satisface los paladares más reacios con escritura hábil, ambientes cargados de sensualidad y continuas llamadas al disfrute de los sentidos.
Historia de una gran pasión ahogada por la convención social que halla un escape en las delicias de la gastronomía. Laura Esquivel metió el realismo mágico en la cocina y fabricó un plato literario lleno de matices y perfectamente satisfactorio. Es un libro absolutamente seductor y memorable, que satisface los paladares más reacios con escritura hábil, ambientes cargados de sensualidad y continuas llamadas al disfrute de los sentidos.
Como agua para chocolate
Manera de hacerse:
La cebolla tiene que estar finamente picada. Les sugiero ponerse un pequeño trozo de cebolla en la mollera con el fin de evitar el molesto lagrimeo que se produce cuando uno la está cortando. Lo malo de llorar cuando uno pica cebolla no es el simple hecho de llorar, sino que a veces uno empieza, como quien dice, se pica, y ya no puede parar. No sé si a ustedes les ha pasado pero a mí la mera verdad sí. Infinidad de veces. Mamá decía que era porque yo soy igual de sensible a la cebolla que Tita, mi abuela.