Se abre la veda a las novedades con temática "navideña", y nada mejor para ello que esta reedición del célebre relato de Charles Dickens, quintaesencia de sus ideas sociales: la crítica social de la Inglaterra victoriana, de la violencia, de la desigualdad y miseria que acarrea la ignorancia. Destaca su humor en contraste con los patéticos ambientes en que se mueven sus ricos personajes. A través de las palabras certeras del autor británico, y de las siempre fascinantes ilustraciones de Roberto Innocenti, conocemos la vida de Ebenezer Scrooge, un personaje avaro que no celebra estas fiestas y trata mal a sus semejantes. Pero en víspera de Navidad, precisamente, se le aparece el espíritu de su viejo socio, Jacob Marley, y otros espectros que lo conectan con su pasado, muestran su presente y vaticinan un futuro igual de sombrío. Pasa las páginas despacio y disfruta de cada episodio, como en una degustación delicatessen, de un clásico inmortal.
Quiero más historias de Charles Dickens
¿Te encantan las ilustraciones de Innocenti? Descubre todas estas otras obras
Se abre la veda a las novedades con temática "navideña", y nada mejor para ello que esta reedición del célebre relato de Charles Dickens, quintaesencia de sus ideas sociales: la crítica social de la Inglaterra victoriana, de la violencia, de la desigualdad y miseria que acarrea la ignorancia. Destaca su humor en contraste con los patéticos ambientes en que se mueven sus ricos personajes. A través de las palabras certeras del autor británico, y de las siempre fascinantes ilustraciones de... Seguir leyendo
Canción de Navidad
Marley estaba muerto, eso para empezar. Que no quepa duda alguna. Su acta de enterramiento había sido firmada por el cura, el funcionario, el enterrador y el pariente más próximo. Scrooge la había firmado, y el nombre de Scrooge tenía buena reputación para cualquier cosa que firmara. El viejo Marley estaba tan muerto como una aldaba. ¡Ojo! Con esto no quiero decir que yo, por mi experiencia, sepa qué tiene de muerto una aldaba. Casi estaría por pensar que el clavo de un ataúd es la pieza más muerta que se puede encontrar en una ferretería…