En esta antología de trece cuentos se retrata la vida de sus protagonistas mediante un suceso contundente, a veces cruel. Se hace evidente una pulsión de los personajes hacia el dolor, recuerdos que traumatizan y que vuelven como fantasmas a marcar el presente con hechos que parecen inevitables. La mayoría de historias se centran en un personaje femenino y exploran algunas de las múltiples formas de violencia que aquejan a la mujer. Víctima y victimario se funden en uno solo y retratan la complejidad de un mundo desesperanzado con una prosa narrativa envolvente y fluida, con un manejo impecable de lo sutil y de la tensión narrativa que se mantiene constante a lo largo de los relatos. Los cuentos sorprenden aunque traten de personajes que podrían verse como del común y la cadencia de la prosa es tal que dificulta soltar el libro antes de haber terminado.
En esta antología de trece cuentos se retrata la vida de sus protagonistas mediante un suceso contundente, a veces cruel. Se hace evidente una pulsión de los personajes hacia el dolor, recuerdos que traumatizan y que vuelven como fantasmas a marcar el presente con hechos que parecen inevitables. La mayoría de historias se centran en un personaje femenino y exploran algunas de las múltiples formas de violencia que aquejan a la mujer. Víctima y victimario se funden en uno solo y retratan la complejidad de un mundo... Seguir leyendo
Cacería
Diana había redactado el aviso cuatro noches atrás, mientras Galia decoraba la casa y Verena diseñaba los detalles del menú. Desde el comienzo fue así: Verena se ocupaba de los asuntos de cocina y de la maceración de las carnes con adobos y pesadumbres que había aprendido a preparar en las Misiones Africanas. También Galia colaboraba a veces en la preparación de los platos, aunque no del plato fuerte; con ese solo se animaba Verena, que había estado en Boca do Arce y a orillas del río Das Montes y llegó una vez hasta Niamey para aprender entre salvajes –casi muerta bajo el sol– a condimentar carnes de caza.