Algunas personas muestran una excesiva preocupación por los demás, una forma de actuar muy protectora que determinados especialistas definen como síndrome de Wendy. Podemos aplicar este diagnóstico a la familia de Leo, siempre compartiendo recomendaciones y avisando al protagonista de los posibles peligros que puede encontrar. Esa forma de ver la vida condiciona, sin duda, el disfrute de sus momentos cotidianos, en la escuela, en las actividades extraescolares, en los instantes de ocio junto a sus amigos… Pero si conocemos un poco más a fondo la intrahistoria de la parentela descubrimos que la familia entera vive en un círculo de temores y prevenciones que no les permite saborear al cien por cien su libertad. Solo hay un lugar donde Leo puede sentirse como el niño que es, un mundo mágico en el que no hay reglas y al que únicamente él puede acceder… Un relato ilustrado con el personal e inconfundible estilo de Luciano Lozano, que emplea procedimientos digitales para reproducir texturas y composiciones cercanas al acrílico, la tinta china o los lápices acuarelables. Aportan un toque vitalista y alegre a las láminas, siempre seductoras, representativas de pasajes cotidianos en la infancia o que retratan la inquietud de los familiares con sus miradas resignadas, y que confieren dinamismo a la secuenciación gracias a la distribución en dobles páginas.
Algunas personas muestran una excesiva preocupación por los demás, una forma de actuar muy protectora que determinados especialistas definen como síndrome de Wendy. Podemos aplicar este diagnóstico a la familia de Leo, siempre compartiendo recomendaciones y avisando al protagonista de los posibles peligros que puede encontrar. Esa forma de ver la vida condiciona, sin duda, el disfrute de sus momentos cotidianos, en la escuela, en las actividades extraescolares, en los instantes de ocio junto a sus amigos… Pero si conocemos... Seguir leyendo
LEO, ¡ten cuidado!
Me llamo Leo y dicen que soy un niño muy afortunado. Mi familia me quiere un montón porque me cuida y se preocupa por mí todos los días del año.
Cuando voy andando por la calle, mi mamá me agarra fuerte de la mano y me dice:
- Leo, ¡ten cuidado!
Y yo camino a pasos de hormiga para no tropezar y caer bocabajo.