Las tradiciones, leyendas y ritos que configuran el universo de la tribu bakaya, una comunidad de pigmeos radicada en la selva africana, configuran un ecosistema vital e inamovible que tiembla ante la llegada de la industria occidental. Los "hombres locos", representantes de intereses espurios, no respetan esas leyes ancestrales ni el equilibrio natural de la zona. Sus habitantes, alarmados ante una agresión que ha provocado la huída de los animales, exploran las partes afectadas, en donde las lluvias borran lentamente las huellas humanas y de las máquinas sin encontrar indicios de actividad. Las consecuencias de sus acciones provocan las desavenencias en el seno del poblado, pero el pequeño Emeka afronta con valentía esta crisis, a pesar de su juventud, e invoca a sus antepasados a través de las herramientas y ceremonias que han pasado de generación en generación (el canto yodel y el grito del kombé); con el objetivo de resolver la grave situación en la que están sumidos. La narrativa poética del autor seduce desde los primeros compases, el diseño de los personajes principales y escenarios ayuda a conocer otras realidades fascinantes, paralelas a nuestro día a día, un mundo desconocido para la mayoría que podemos ubicar en África, pero que podría ser perfectamente trasladable a espacios geográficos semejantes en América del Sur y emite una señal de alerta sobre las imprevisibles consecuencias de la deforestación en todo el mundo, un camino que conduce al abismo. Las delicadas ilustraciones de Christa Soriano son fruto de un trabajo artesano y minucioso que otorgan un valor extra a la propuesta, casi documental, reconocida con el Premio Ala Delta 2021 por la editorial Edelvives.
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Las tradiciones, leyendas y ritos que configuran el universo de la tribu bakaya, una comunidad de pigmeos radicada en la selva africana, configuran un ecosistema vital e inamovible que tiembla ante la llegada de la industria occidental. Los "hombres locos", representantes de intereses espurios, no respetan esas leyes ancestrales ni el equilibrio natural de la zona. Sus habitantes, alarmados ante una agresión que ha provocado la huída de los animales, exploran las partes afectadas, en donde las lluvias borran lentamente las huellas... Seguir leyendo
Música entre las ramas
Cuando los primeros madereros llegaron con sus motosierras, Emeka tenía doce años.
Los cinco primeros años habían sido los de la mano derecha de su madre. Durante ese tiempo se crio con las mujeres y otros niños y niñas de su edad.
Los cinco siguientes fueron los de la mano derecha de su padre. Durante ese tiempo convivió con los hombres y otros muchachos de su edad.