El bosque de cuentos
Hace muchos años, en un pequeño pueblo a la orilla del Yangtse, vivía un comerciante llamado Li Jian. Se ganaba la vida con una tienda de especias y su carácter era tan fuerte como las mercancías que allí vendía. A los clientes que se atrevían a cuestionarle los precios enseguida los enviaba a freír espárragos, y pobre de aquel que osara llamar a su puerta para preguntar una dirección o pedir un poco de arroz.