Los doce trabajos de Flavia Gémina
El día que Flavia Gémina se enteró de que iba a casarse empezó como cualquier otro día de invierno en el puerto romano de Ostia.
Cuando la niña se despertó, poco después del amanecer, el cielo aparecía en forma de diamantes rosados a través de la celosía de su ventana. Oyó el borboteo de la lluvia en los canalones y percibió una deliciosa frescura en el aire: el olor a tierra fértil y ladrillos mojados.