Anita tiene la suerte de tener un tío viajero, un artista que domina varios idiomas y ofrece su arte en los rincones más exclusivos del planeta; un alma libre e imprevisible que impregna de carisma toda la narración. Praga, Estambul, París, Nueva Orleans, Kioto, Roma, Dakar, Sidney o Buenos Aires... son escenarios exclusivos en los que confluyen reencuentros, amistades, recuerdos, confesiones... La especial relación que se establece entre los protagonistas sirve como hilo conductor para ofrecer descripciones de lugares especiales, recuperar leyendas, curiosidades y seductores fragmentos de historia que la autora pone en las manos de los lectores con su habitual estilo. Viajamos de capítulo en capítulo sin darnos cuenta del paso del tiempo hasta sentirnos parte de la familia, de sus ejercicios cotidianos para calentar los músculos antes de empezar cada función, de las traviesas huidas de los guardias, del tremendo éxito que alcanzan sus espectáculos de ballet... Pero siempre hay un hueco para la sorpresa cuando recorres el mundo con la gata Reina Mora y el recuerdo -siempre presente- del gran Nijinsky, bailarín de trayectoria inspiradora. El nuevo y original proyecto para preadolescentes de la autora asturiana (una de las más laureadas en el campo de la LIJ); está aderezado con las divertidas ilustraciones de Marta Sevilla, una artista de gran talento que ha colaborado con medios tan importantes como The Wall Street Journal, The Washington Post o The Boston Globe, entre otros.
Anita tiene la suerte de tener un tío viajero, un artista que domina varios idiomas y ofrece su arte en los rincones más exclusivos del planeta; un alma libre e imprevisible que impregna de carisma toda la narración. Praga, Estambul, París, Nueva Orleans, Kioto, Roma, Dakar, Sidney o Buenos Aires... son escenarios exclusivos en los que confluyen reencuentros, amistades, recuerdos, confesiones... La especial relación que se establece entre los protagonistas sirve como hilo conductor para ofrecer descripciones de lugares... Seguir leyendo
Mi tío, Reina Mora, Nijinsky y yo
Mi tío viaja de ciudad en ciudad. Se sube a un
escenario y luego a otro. Las luces le dan de
frente. Todo el mundo le aplaude. Le aplaude
mucho, a rabiar, y entonces él mueve con delicadeza
una mano y lanza un beso al aire, allí, a
la platea, donde estoy yo, colorada de la emoción.
Mi tío es bailarín. Es el mejor bailarín del
mundo.
—No, el mejor no —dice él muy serio—. Nijinsky
era mejor. Dónde va a parar.
Luego me explica que Vaslav Nijinsky tenía
huesos de pájaro y muslos de acero. Y que por
eso saltaba como saltaba, deteniéndose en el
aire. Casi volando.