¡Pilú Pilú!
Perdido en una selva lejana, verde oscuro casi marrón...
¡Un lago!
Y en sus tranquilas aguas...
¡Un cocodrilo!
Escondido en aquel rincón tan apartado, en tierra firme y junto al lago...
¡Un nido!
Y entre sus finas ramas...
¡Un chorlito!
Cada tarde, después de comer, el cocodrilo se tumbaba al sol y, con los ojos llenos de lágrimas, miraba al cielo y suspiraba:
–¡Aaayyyy...!
Cada tarde, el chorlito miraba con curiosidad al cocodrilo.
–¿Qué le pasará? –se preguntaba...