Un espía llamado Sara
En marzo de 1833, el rey de España Fernando VII envió una carta a su hermano Carlos exponiéndole sus planes con respecto a la sucesión. La carta terminaba con una pregunta.
-¿Aceptas que mi hija Isabel me suceda, hermano?
Aquella petición suponía un desprecio. Según la ley, el trono correspondía a Carlos, no a Isabel. Además, ésta era todavía una niña, y la renuncia sólo habría beneficiado a la esposa del rey, María Cristina, y al general Espartero.