Nada que no seas tú
A pesar de la nostalgia, que me hacía sentir inerme como un paisaje abandonado a su destino de lluvia, me dije que escribiría su historia. Me impuse la tarea de no dejar que su memoria se perdiese en un laberinto de sombras y olvidos. Por eso, antes de que su voz apagada se convirtiera en un eco lejano, quise invocar los días y las horas que pasé junto a él, para que la suave dulzura de los ausentes me guiara a través de las páginas en las que narraría su vida.