Magistral novela corta de terror. Una histérica institutriz trata de proteger a unos niños nada inocentes de la visita de seres fantasmales. No sabremos si esos espectros existen realmente o sólo son producto de la imaginación de la mujer. En un ambiente de novela gótica, curiosamente lo que produce más miedo no es la casa, la negrura del exterior o la laguna siempre cubierta de neblina: lo que da terror es la ambigüedad.
Magistral novela corta de terror. Una histérica institutriz trata de proteger a unos niños nada inocentes de la visita de seres fantasmales. No sabremos si esos espectros existen realmente o sólo son producto de la imaginación de la mujer. En un ambiente de novela gótica, curiosamente lo que produce más miedo no es la casa, la negrura del exterior o la laguna siempre cubierta de neblina: lo que da terror es la ambigüedad.
Otra vuelta de tuerca
El relato nos había tenido profundamente absortos en torno al fuego, pero, a excepción del inevitable comentario de que era horripilante, como casi por definición debe de serlo una historia extraña contada en un viejo caserón, no recuerdo que se dijera nada más hasta que alguien señaló que era el único caso conocido por él en el que un niño había sido víctima de una ‘visita’ de aquellas características. Se trataba, permítaseme explicarlo, de una aparición en una casa antigua, similar a la que entonces nos acogía…