La afición que sentía Iván Turguéniev por la caza se ve reflejada en varias de sus novelas. La pequeña codorniz es un ejemplo de ello. Está narrada en primera persona por un niño de diez que, compartiendo las tardes de caza con su padre, descubre dos sentimientos contradictorios en torno a este deporte. La afición que muestra por la caza en la primera parte de la novela, se transforma en pena cuando descubre las consecuencias de la muerte de la codorniz. Su fluido texto se ve reforzado por la calidad de las ilustraciones.
La afición que sentía Iván Turguéniev por la caza se ve reflejada en varias de sus novelas. La pequeña codorniz es un ejemplo de ello. Está narrada en primera persona por un niño de diez que, compartiendo las tardes de caza con su padre, descubre dos sentimientos contradictorios en torno a este deporte. La afición que muestra por la caza en la primera parte de la novela, se transforma en pena cuando descubre las consecuencias de la muerte de la codorniz. Su fluido texto se ve reforzado por la calidad de las... Seguir leyendo
La pequeña codorniz
Tendría yo unos diez años cuando me pasó lo que voy a contaros.
Todo sucedió en verano. Por aquel entonces, yo vivía con mi padre en un caserío del sur de Rusia. Alrededor del caserío, a unos pocos metros, se extendían los prados de la estepa. En las proximidades no había ni bosques ni ríos. Unos barrancos poco profundos, cubiertos de unos matorrales que recordaban a largas serpientes de color verde, interrumpían aquí y allá la larga estepa.