Roberto es un anciano exfutbolista que encuentra un colibrí herido. Se lo lleva para cuidarlo y, en su afán por conseguir flores para alimentarlo, cae en el jardín de su vecino Mario, un chaval que vive con su madre médico. Mateo ayuda a Roberto a cuidar del colibrí y cuelga las fotos en Facebook. Sus amigos comienzan a seguir la historia y Leonor, la niña que le gusta, se acerca a conocer al pajarillo. La vida del anciano solitario cambia con la aparición de los niños y Mateo logrará el afecto de Leonor.
Novela llena de sensibilidad, con personajes y situaciones entrañables, trama realista e interesante. Bien escrita.
Roberto es un anciano exfutbolista que encuentra un colibrí herido. Se lo lleva para cuidarlo y, en su afán por conseguir flores para alimentarlo, cae en el jardín de su vecino Mario, un chaval que vive con su madre médico. Mateo ayuda a Roberto a cuidar del colibrí y cuelga las fotos en Facebook. Sus amigos comienzan a seguir la historia y Leonor, la niña que le gusta, se acerca a conocer al pajarillo. La vida del anciano solitario cambia con la aparición de los niños y Mateo logrará el afecto de Leonor.
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Suerte de colibrí
El anciano camina por la vereda. Va despacio. No tiene apuro. Y si tuviera apuro, igual caminaría despacio, porque está débil y porque la pierna ya casi no puede sostener la parte de cuerpo que le corresponde. Y pensar que esa fue la pierna que lo llevó a la fama: la zurda goleadora, la que le dio el botín de oro en el año 1965. “Hace casi cincuenta años”, piensa el anciano. Y piensa que el paso del tiempo es eso: “Una pierna que supo ser goleadora y que ahora no sirve ni para caminar tres cuadras”.