La colección "Poesía Ilustrada", de editorial Amanuta, reúne poetas chilenos extraordinarios cuya lectura, aunque común en el contexto escolar, no puede sino verse animada por su ampliación hacia nuevos formatos. Las ilustraciones de Olea, en este caso, contribuyen creativamente desde un lenguaje próximo y a la vez distante al de la palabra escrita: recortando, interpelando y expandiendo el mundo poético a partir de su trabajo al interior de la imagen. La escritura, en un sentido amplio, y como un todo, tiene mucho que ganar con tal diálogo, mucho que ganar con la multiplicidad de capas surgidas y ensayadas. La pericia del lector, y su capacidad para elaborar sentidos, será puesta a prueba; y con ello también estimulada. Los poemas seleccionados por Cristóbal Joannon reflejan de buena manera el interés de Jorge Tellier –poeta nacido en 1935 en un pueblo de la araucanía- por revisitar de manera nostálgica un Chile perdido, aquel de los pueblos recónditos del sur, del campo, de las amistades y el amor. Tellier fue, sin duda, una de las figuras primordiales de la escena cultural del Chile de los 50 y 60, además de un excelente traductor y orador. Este libro acerca a los lectores a la poesía amable, profunda y sutil de uno de los principales poetas chilenos del siglo XX.
La colección "Poesía Ilustrada", de editorial Amanuta, reúne poetas chilenos extraordinarios cuya lectura, aunque común en el contexto escolar, no puede sino verse animada por su ampliación hacia nuevos formatos. Las ilustraciones de Olea, en este caso, contribuyen creativamente desde un lenguaje próximo y a la vez distante al de la palabra escrita: recortando, interpelando y expandiendo el mundo poético a partir de su trabajo al interior de la imagen. La escritura, en un sentido amplio, y como un todo, tiene mucho que ganar con... Seguir leyendo
Jorge Teillier. Poemas ilustrados
Cuando ella y yo nos ocultamos
en la secreta casa de la noche
a la hora en que los pescadores furtivos
reparan sus redes tras los matorrales,
aunque todas las estrellas cayeran
yo no tendría ningún deseo que pedirles.
Y no importa que el viento olvide mi nombre
y pase dando gritos burlones
como un campesino ebrio que vuelve de la feria,
porque ella y yo estamos ocultos
en la secreta casa de la noche.