Pablo Diablo y el Ratón Pérez

¡Eso no vale! -chilló Pablo Diablo. Y se puso a pisotear el nuevo parterre de flores de su padre y a despachurrar las violetas-. ¡No hay derecho!
A Marga Caralarga ya se le habían caído dos dientes. A Susana Tarambana, tres. Clarisa Monalisa había perdido dos en un solo día. A Renato Mentecato le faltaban ya cuatro, dos de arriba y dos de abajo, y podía escupir desde su pupitre hasta la pizarra.