Pobre Memé, una oveja tan pequeña que aún desconoce las costumbres y los ritos periódicos de la granja. Por eso se extraña cuando ella, tan friolera y sin apenas lana calentando su menudo cuerpo, observa cómo el resto del rebaño, que sí posee abundantes lanas, es introducido en una cuadra de donde todas las ovejas salen completamente peladas. Qué cosas tan raras les suceden a los mayores... La curiosidad de los pequeños cuando despiertan a la vida y su necesidad de afecto y calidez (un hogar y una familia, en suma), es el motivo de este cuento, al que las delicadas ilustraciones de Nora Hilb consiguen dotar de una ternura que complementa a la perfección una historia que se acerca al mundo infantil con el cuidado y la dulzura de quien sabe que tiene algo muy valioso entre manos.
Pobre Memé, una oveja tan pequeña que aún desconoce las costumbres y los ritos periódicos de la granja. Por eso se extraña cuando ella, tan friolera y sin apenas lana calentando su menudo cuerpo, observa cómo el resto del rebaño, que sí posee abundantes lanas, es introducido en una cuadra de donde todas las ovejas salen completamente peladas. Qué cosas tan raras les suceden a los mayores... La curiosidad de los pequeños cuando despiertan a la vida y su necesidad de afecto y calidez (un hogar y una familia, en suma),... Seguir leyendo
Memé
Memé era así. Una oveja chiquita, con un pompón de lana en la punta de la cola. Sus hermanitos, su mamá, su papá, todas las ovejas del rebaño, tenían el cuerpo lleno de hermosos vellones de lana. Blancos, negros, marrones, suaves, calentitos.
Pero Memé no. Ni un velloncito, solo el de la punta de la cola. Y eso no era suficiente para abrigarla con los fríos que llegarían...