Mientras Bernardo toma el sol en el jardín, llega un monstruo peludo y se come su nariz. Dibujarse una nariz como propone su amigo Benjamín no parece la mejor de las soluciones y además, pierde el sentido del olfato. Luego el monstruo se come sus orejas. ¿Cómo hacer para recuperarlos? Bernardo y Benjamín traman una manera de engañar al monstruo y conseguir que se las entregue, pero el monstruo los escupe y quedan en los lugares que no son; los dos amigos deben buscar la manera en que el monstruo vuelva a comerse nariz y orejas y escupirlas en el lugar adecuado. Divertido relato sobre las inventivas de dos amigos para contrarrestar las picardías de un monstruo hambriento.
Mientras Bernardo toma el sol en el jardín, llega un monstruo peludo y se come su nariz. Dibujarse una nariz como propone su amigo Benjamín no parece la mejor de las soluciones y además, pierde el sentido del olfato. Luego el monstruo se come sus orejas. ¿Cómo hacer para recuperarlos? Bernardo y Benjamín traman una manera de engañar al monstruo y conseguir que se las entregue, pero el monstruo los escupe y quedan en los lugares que no son; los dos amigos deben buscar la manera en que el monstruo vuelva a comerse nariz y orejas y... Seguir leyendo
Un monstruo se comió mi nariz
Una mañana de sábado, yo estaba muy tranquilo, acostado sobre la hierba del jardín. Quería dormir un rato mientras el sol me calentaba la barriga. De pronto, sentí que un ser peludo subía despacio por mis piernas. Pensé que se trababa del gato Bonifaz: sus pelos me hacían cosquillas como de costumbre y esto me causaba mucha risa. Pero la cosa peluda seguía trepando y trepando por mi cuerpo.