Sin palabras asistimos atentos a la creciente espiral de violencia absurda que se desata en la tierra de las ranas y los ratones, un lugar donde antes del “incidente”, los animales sonreían y disfrutaban del olor de las flores. Difícil retratar con mejor tino la sinrazón que lleva aparejado todo conflicto bélico, batallas que destrozan la vida de millones de personas (también de batracios y roedores) nacidas, la mayor parte de las veces, de situaciones surrealistas. El autor ruso, reconocido por su trabajo en los más importantes foros internacionales, presenta un escenario natural en el que los más pequeños pueden comprender la destrucción total que provocan las guerras, a través de personajes simpáticos en sus rasgos que, sin embargo, poseen el mismo grado de maldad que los humanos. Un elegante ejercicio gráfico para (ojalá) moldear futuros defensores de la paz que apela a la armonía y convivencia entre los pueblos por encima de cualquier diferencia.
Sin palabras asistimos atentos a la creciente espiral de violencia absurda que se desata en la tierra de las ranas y los ratones, un lugar donde antes del “incidente”, los animales sonreían y disfrutaban del olor de las flores. Difícil retratar con mejor tino la sinrazón que lleva aparejado todo conflicto bélico, batallas que destrozan la vida de millones de personas (también de batracios y roedores) nacidas, la mayor parte de las veces, de situaciones surrealistas. El autor ruso, reconocido por su trabajo en los más importantes... Seguir leyendo