Las inimitables creaciones gráficas de los más pequeños de la casa varían ostensiblemente en función del estado de ánimo, el lugar en el que se encuentran o los sucesos que ocurren a su alrededor. No es lo mismo dibujar los elementos que componen el ecosistema cotidiano antes o después de una tormenta. Las imágenes cambian cuando pintamos con hambre o si ya hemos comido, si nos hemos bañado o estamos pendientes de hacerlo. Todo cambia menos el humor que se aprecia en cada ejercicio, aspecto que el autor sabe captar con su propuesta caricaturesca y alocada. Cada escenario está bañado de un color sobre el que desfilan los distintos personajes (niños, adultos, animales humanizados) y objetos, descritos en letra hilada para reflejar fielmente la visión infantil. El resultado es un colorista vademécum que puede servir como inspiración para los primeros lectores y dibujantes, además de un simpático ejercicio para leer en compañía e identificar a los distintos protagonistas.
Las inimitables creaciones gráficas de los más pequeños de la casa varían ostensiblemente en función del estado de ánimo, el lugar en el que se encuentran o los sucesos que ocurren a su alrededor. No es lo mismo dibujar los elementos que componen el ecosistema cotidiano antes o después de una tormenta. Las imágenes cambian cuando pintamos con hambre o si ya hemos comido, si nos hemos bañado o estamos pendientes de hacerlo. Todo cambia menos el humor que se aprecia en cada ejercicio, aspecto que el autor sabe captar con su... Seguir leyendo