Publicados a principios del siglo XX, cinco años antes de obtener el Premio Nobel de Literatura, la antología reúne una colección de relatos que el autor contaba habitualmente a su hija, fallecida prematuramente, antes de dormir. Con el paso del tiempo, la selección se ha convertido en uno de los clásicos universales de la LIJ que entronca con otras historias inmortales firmadas por Kipling. La selección está protagonizada por animales que lideran aventuras singulares, condicionados por determinadas aficiones o defectos. La ballena, una gran glotona, aprende a frenar sus excesos; el dromedario nos cuenta el origen de su joroba. También tenemos la oportunidad de conocer cómo le cambió la piel al rinoceronte o cómo le creció la trompa al elefante, al igual que nos desvela el origen de ese espíritu libre e independiente que caracteriza a los gatos. Cada cuento contiene las dosis justas de humor, algunas rimas que se deslizan entre brillantes estrofas, que ganan en atractivo gracias al espléndido trabajo gráfico de Marta Altés, y el ingenio inconfundible que caracteriza su extensa obra. La ilustradora barcelonesa dota de vivacidad a los personajes, aplicando un punto caricaturesco y, en la línea habitual de su estilo, mucho optimismo y color. Su sello infantil y naif contiene continuos guiños al lector adulto y está cincelado a partir de varias técnicas: acuarela, serigrafía, lápices de colores y un tratamiento digital final.
Publicados a principios del siglo XX, cinco años antes de obtener el Premio Nobel de Literatura, la antología reúne una colección de relatos que el autor contaba habitualmente a su hija, fallecida prematuramente, antes de dormir. Con el paso del tiempo, la selección se ha convertido en uno de los clásicos universales de la LIJ que entronca con otras historias inmortales firmadas por Kipling. La... Seguir leyendo
Cuentos de así fue
Hoy voy a contaros por qué una Ballena
no puede tragarse a un marino
ni cruzar los mares con la tripa llena
como hace un modesto pingüino.
Creedme, la historia merece la pena...