Cuatro Azules sigue realizando una importante labor de arqueología sentimental al recuperar las aventuras de Topolín, que no habían vuelto a publicarse en español desde los años 80 del pasado siglo. En esta ocasión regresa con una doble propuesta en la que queda de manifiesto que, a pesar de su dulce apariencia, nuestro protagonista esconde –a veces- malévolas intenciones… El aburrimiento es mal consejero y Topolín no puede reprimir el impulso de realizar alguna travesura para reírse un rato. En sus oscuras aspiraciones arrastra a su amiga Caballita, a quien convence para gastar una broma pesada a la liebre. Pero los planes no siempre salen como se han diseñado y el destino le guarda una insospechada jugada… En la segunda parte del libro ilustrado, bajo los cánones estéticos que han hecho tan famoso a este ilustrador alemán, se presenta otro simpático relato en el que se habla de su nuevo proyecto: convertirse en jardinero. Para ello pide consejo al mejor especialista posible, el señor Cabriolet. La obra incluye, como en anteriores ocasiones, propuestas para hacer partícipes a los lectores en la trama: frases incompletas, descripciones gráficas de objetos o fragmentos en verso para leer en compañía.
Cuatro Azules sigue realizando una importante labor de arqueología sentimental al recuperar las aventuras de Topolín, que no habían vuelto a publicarse en español desde los años 80 del pasado siglo. En esta ocasión regresa con una doble propuesta en la que queda de manifiesto que, a pesar de su dulce apariencia, nuestro protagonista esconde –a veces- malévolas intenciones… El aburrimiento es mal consejero y Topolín no puede reprimir el impulso de realizar alguna travesura para reírse un rato.... Seguir leyendo
Topolín atrapa una liebre
Una vez Topolín le dijo a Caballita:
- Ven, hoy vamos a hacer una travesura.
- ¡Oh! ¿Qué, cómo, dónde hay una travesura? -exclamó Caballita--
Me castañetean los flancos de excitación con solo oír esa palabra.