De entre todos los artistas que componen el elenco del Gran Circo, sin duda el malabarista malayo constituye la principal atracción. Sus números y habilidades están influenciados por vivencias y sentimientos, algo que contribuye a convertir cada truco en un momento único e irrepetible que capta la atención de todo tipo de públicos. Cada tarde lleva a cabo su propuesta estrella: chasca los dedos, relaja su musculatura, toma aire y… ¡Ale-Hop! Una larga cadena de objetos se mantiene en perfecto equilibrio sobre su frente, una torre que alcanza alturas inimaginables y cuyo único límite es nuestra imaginación. La magia de los troqueles permite a los lectores disfrutar de ese instante irrepetible como si también estuviese bajo la carpa, a la vez que ofrecen la oportunidad de conocer a otros peculiares personajes con los que convive en cada jornada este genial ilusionista. Un delicado homenaje a las artes circenses, espectáculo que ha cautivado a las familias desde tiempos inmemoriales, concebido en formato álbum ilustrado pop-up, que consigue –como en los momentos de su máximo esplendor- arrancar los aplausos de pequeños y mayores.
De entre todos los artistas que componen el elenco del Gran Circo, sin duda el malabarista malayo constituye la principal atracción. Sus números y habilidades están influenciados por vivencias y sentimientos, algo que contribuye a convertir cada truco en un momento único e irrepetible que capta la atención de todo tipo de públicos. Cada tarde lleva a cabo su propuesta estrella: chasca los dedos, relaja su musculatura, toma aire y… ¡Ale-Hop! Una larga cadena de objetos se mantiene en perfecto equilibrio sobre su frente, una... Seguir leyendo
¡Ale-Hop!
Aquel circo tenía de todo.
Una carpa.
Dos magos.
Tres forzudos.
Cuatro hombres bala.
Y abría a las cinco y seis.
La gran atracción era el malabarista malayo
de ojos rasgados, coleta alargada y colmillo de oro.