William Steig regaló a los lectores uno de esos cuentos que dejan huella y conmueven a partir de una sencilla trama, un relato de estructura tradicional que la mágica narrativa del autor e ilustrador neoyorkino convirtió en imborrable. En el domicilio de la calle Bellotas la vida transcurre plácidamente, una familia de burros vive en perfecta armonía hasta que un paseo por el campo cambiará para siempre el destino del pequeño protagonista. Su afición por coleccionar piedras provocará una situación inesperada y la infinita tristeza de sus padres y amigos. Pero en el universo de la literatura infantil los milagros existen y un guiño del destino permite, en tan solo un segundo, pasar del dolor a la mayor de las alegrías. Exquisita “gran literatura” para pequeños lectores, como define Blackie Books a su sello para pequeños lectores, alabada por importantes nombres de la LIJ contemporánea y galardonada recientemente con el Premio Kiriko que conceden las librerías Cegal y el club homónimo.
William Steig regaló a los lectores uno de esos cuentos que dejan huella y conmueven a partir de una sencilla trama, un relato de estructura tradicional que la mágica narrativa del autor e ilustrador neoyorkino convirtió en imborrable. En el domicilio de la calle Bellotas la vida transcurre plácidamente, una familia de burros vive en perfecta armonía hasta que un paseo por el campo... Seguir leyendo
Silvestre y la piedra mágica
Silvestre Duncan vivía con su padre y su madre en la calle de las Bellotas, en un pueblo llamado Avenilla de Arriba. Una de sus aficiones era coleccionar piedrecitas de colores y formas curiosas. Un sábado lluvioso, en plenas vacaciones, Silvestre dio con una piedra insólita. Era de un rojo como el fuego, brillante, y redonda como una canica. Mientras estudiaba con detenimiento aquella piedra tan singular, empezó a tiritar un poco, tal vez de la emoción, y notó cómo una fría lluvia mojaba su espalda.