“La libertad es lo mejor, aunque esté llena de peligros”
Como bien aconseja su madre al pajarillo protagonista, solo cuando experimentamos el mundo real podemos conocer nuestros límites. Al caer del nido el animal siente, verdaderamente, las amenazas y los sentimientos que se producen cuando estamos lejos de quienes nos protegen. Un padre y un hijo recogen a Pinzón y le introducen en una jaula. A pesar de las apariencias, Carbonero, Herrerillo y el padre del personaje principal le transmiten tranquilidad porque, aunque son humanos, “cuidan a los animales, a las plantas y a los árboles”. Sin embargo es la primera vez que se encuentra lejos del calor de la familia y pronto sufrirá reiterados ataques por parte de otros animales del campo que tratan de romper sus rejas. Tras facilitar la salida de esa pequeña cárcel doméstica, deberá enfrentarse a nuevos retos que pondrán a prueba su valentía. La profunda belleza de las estampas naturales de Federico Delicado, con ese estilo que solo él sabe imprimir a todas sus creaciones, salpicada de primeros planos hiperrealistas de los distintos tipos de aves, y la conmovedora sencillez con la que Sobrino ha tejido el relato, convierten esta pequeña gran aventura en un deslumbrante cuento, con hechuras de clásico, que emocionará por igual a niños y mayores.
“La libertad es lo mejor, aunque esté llena de peligros”
Como bien aconseja su madre al pajarillo protagonista, solo cuando experimentamos el mundo real podemos conocer nuestros límites. Al caer del nido el animal siente, verdaderamente, las amenazas y los sentimientos que se producen cuando estamos lejos de quienes nos protegen. Un padre y un hijo recogen a Pinzón y le introducen en una jaula. A pesar de las apariencias, Carbonero, Herrerillo y el padre del personaje principal le transmiten tranquilidad porque, aunque son humanos, “cuidan... Seguir leyendo
Pinzón
Aquella mañana cambió mi vida. El sol me calentaba y yo estaba adormilado. Mi padre me pedía que comenzara con los ejercicios y a mí me cansaban tanto... Seguí acurrucado en el nido, sintiendo el calor en mis plumas. Estaba tan a gusto que me dormí.