Esta cálida historia para todos los públicos comienza, paradójicamente, con una mentira pues el narrador desmiente el título asignado. No estamos ante la historia del niño más rico del mundo, aunque muchos puedan pensar así. Es verdad que su padre, gracias a su talento, ha acumulado una gran fortuna y prestigio al hilo de su actividad profesional, y que viven en una formidable casa aislada en el bosque pero lo cierto es que, a nivel sentimental, el pequeño está un poco huérfano de cariño. La acelerada vida diaria no deja apenas espacio para el juego en compañía y, por si fuera poco, ese idílico hogar va a ser desvalijado al completo por una banda de ladrones.Todas sus pertenencias desaparecen de un plumazo excepto una pelota de fútbol, el deporte preferido de Jakob y uno de los temas recurrentes de este relato (trufado de anécdotas y recuerdos que harán las delicias de los aficionados al balompié); y una tienda de campaña. Aunque con anterioridad ya había experimentado el robo de otros objetos queridos como su bicicleta y pudo reponerse, esta nueva tropelía supera todo lo anterior y padre e hijo deberán plantearse una nueva forma de vida. La novela, ilustrada en tonalidades suaves con imágenes que representan fielmente algunos de los pasajes narrados, fusiona diversos temas de interés, invitando al lector a descubrir como es el modo de vida de los emigrantes en sus países de acogida y a cuestionar el modo de convivencia occidental, sobre todo a través de la figura de la abuela, que pasa la mayor parte de su tiempo libre ayudando a los recién llegados y demostrando que la hospitalidad debería ser norma fundamental en nuestra cultura.
Esta cálida historia para todos los públicos comienza, paradójicamente, con una mentira pues el narrador desmiente el título asignado. No estamos ante la historia del niño más rico del mundo, aunque muchos puedan pensar así. Es verdad que su padre, gracias a su talento, ha acumulado una gran fortuna y prestigio al hilo de su actividad profesional, y que viven en una formidable casa aislada en el bosque pero lo cierto es que, a nivel sentimental, el pequeño está un poco huérfano de... Seguir leyendo
El niño más rico del mundo
Resulta raro si se tiene que comenzar con una mentira. Pues bien: yo no soy el niño más rico del mundo. Mis amigos me llaman así. En la escuela. Pero apuesto a que hay muchos chicos más ricos que yo. En América. O en Arabia. Estoy seguro. Pero, eso sí, soy el niño más rico de Wattenheim. Aquí vivo con mi papá. Desde hace un año, tenemos una nueva casa en el bosque al final de la aldea, completamente aislada. En realidad, es demasiado grande para papá y para mí. Tiene nueve habitaciones y tres baños.