Diez millones de lectores después, regresa uno de los talentos de la literatura juvenil que más éxito cosechó en la primera década del XXI. Paolini, creador de los mundos míticos esbozados en la tetralogía El legado (Eragon, Eldest, Brisingr y Legado); retoma el universo de Alagaësia para ofrecer tres nuevos relatos, tallados con la impronta inconfundible que el autor norteamericano aplica a todas sus creaciones. Para disfrutar al máximo de ellos, aunque se pueden leer de forma independiente, es necesario conocer en profundidad las historias que componen aquella formidable tesela literaria primigenia que abrió un nuevo camino en el campo de la fantasía. La nueva vida de Eragon y Shapira, al abrigo del monte Arngor, es el puente que une las leyendas, narradas todas ellas en tercera persona. En El tenedor, el protagonista afronta con temor sus nuevas responsabilidades y permite atisbar las complejas redes que rigen su universo y las amenazas existentes para la paz. Con La hechicera podemos disfrutar de la mágica conexión que se establece entre una maga y una niña. Como cierre, El dragón plantea el eterno enfrentamiento entre el bien y el mal mediante dos personajes, un animal fantástico y una joven, que rivalizan en una historia de crecimiento personal llena de sugerentes matices y evocaciones a los libros originales. El propio autor ha elaborado las brumosas ilustraciones que sirven como obertura para cada cuento.
Diez millones de lectores después, regresa uno de los talentos de la literatura juvenil que más éxito cosechó en la primera década del XXI. Paolini, creador de los mundos míticos esbozados en la tetralogía El legado (Eragon, Eldest, Brisingr y Legado); retoma el universo de Alagaësia para ofrecer tres nuevos relatos, tallados con la impronta... Seguir leyendo
El tenedor, la hechicera y el dragón
El día no había ido bien. Eragon se recostó en su silla y dio un buen trago a la jarra de hidromiel de moras que tenía en la mano. Una sensación dulce y cálida le invadió la garganta, y con ella volvieron los recuerdos de las tardes de verano pasadas recogiendo bayas en el valle de Palancar.
De pronto, sintió un punto de nostalgia.
El hidromiel había sido lo mejor de aquella reunión con Hruthmund, el representante de los enanos. Un regalo para reforzar los vínculos de amistad