Una larga misiva inconclusa, escrita a lo largo de varias semanas y manuscrita en distintos escenarios de la vida cotidiana del protagonista, revela la tormenta sentimental en la que ha estado sumido durante cierto episodio de su adolescencia. La descripción imparcial de un amor imborrable protagonizado por dos jóvenes en época de instituto muestra, con veracidad y humor, los puntos cardinales por los que habitualmente navega la población adolescente en el siglo XXI. Las emociones y vivencias que describe con acertada prosa el autor, más conocido en su faceta como escritor para adultos, sitúan al lector en el día a día de las clases en el instituto, esboza los aprendizajes que más les han impactado, las series con las que se evaden del mundo, las películas que les emocionan, los descubrimientos “culturales” que han propiciado esos pasatiempos y, sobre todo, la importancia de los amigos y del amor en unos años tan cruciales. Una novela frugal y fugaz pero no por ello carente de intensidad, muy adictiva, estructurada con recursos hábiles y con una escritura seductora que recuerda a grandes clásicos de los 90 en el subsector de la LIJ acuñados por otros autores que también compaginaron la actividad para adultos con la excelencia en la escritura de obras encuadradas en la literatura juvenil.
Una larga misiva inconclusa, escrita a lo largo de varias semanas y manuscrita en distintos escenarios de la vida cotidiana del protagonista, revela la tormenta sentimental en la que ha estado sumido durante cierto episodio de su adolescencia. La descripción imparcial de un amor imborrable protagonizado por dos jóvenes en época de instituto muestra, con veracidad y humor, los puntos cardinales por los que habitualmente navega la población adolescente en el siglo XXI. Las emociones y vivencias que describe con acertada prosa Seguir leyendo
Te estaré mirando
Elena:
Sé que no te sorprenderá recibir esta carta. Bueno, sí te sorprenderá recibir una carta, pues ya nadie las envía como hacían nuestros padres o abuelos: en papel, escrita a mano, metida en un sobre con sello para acabar en tu buzón.
Imagino tu cara al llegar a casa y que tu madre o tu padre te digan: “Elena, hay una carta para ti" Te habrás quedado boquiabierta al encontrar un sobre tan abultado, con tu nombre y sin remitente.