Ana y Ben tienen opiniones divergentes. Para ella no hay nada comparable a la emoción de leer un cuento y le encantaría ser protagonista de alguno ya que "a ellos les pasan cosas interesantes" Él, por el contrario, cree que es más divertido "hacer cosas uno mismo". Pero, ¿y si hubiese un punto intermedio para el entendimiento? ¿Crees posible que pasen a formar parte de una buena historia y, al mismo tiempo, que se conviertan en responsables de las acciones que van sucediendo? Gracias a su portentosa imaginación (¿o es todo cierto?); las cosas que escriben en la arena, al ser borradas por las olas, se convierten en realidad. Así surge un reino, con su correspondiente monarca, y así suceden, igualmente, cosas tan extrañas como inesperadas. Una maravillosa aventura esbozada en apuntes sin terminar hallados hace quince años en los archivos de la Smithsonian Institution, el complejo de museos, educación e investigación más grande del mundo, pertenecientes al artista norteamericano David Johnson Leisk (fallecido en 1975). Esos trazos incompletos poseen la admirable virtud, solo reservada para los grandes creadores, de atesorar un estilo que acompaña con efectividad, sin más elementos gráficos, esta sencilla y bonita historia sobre el poder de la creatividad y el ingenio especialmente en la infancia.
Ana y Ben tienen opiniones divergentes. Para ella no hay nada comparable a la emoción de leer un cuento y le encantaría ser protagonista de alguno ya que "a ellos les pasan cosas interesantes" Él, por el contrario, cree que es más divertido "hacer cosas uno mismo". Pero, ¿y si hubiese un punto intermedio para el entendimiento? ¿Crees posible que pasen a formar parte de una buena historia y, al mismo tiempo, que se conviertan en responsables de las acciones que van sucediendo? Gracias a su... Seguir leyendo
La playa mágica
- Estoy cansada -dijo Ana-. Deberíamos habernos quedado en casa a leer un cuento.
- Es más divertido hacer cosas uno mismo que leer -dijo Ben.
- Pues a mí no me importaría estar en un cuento -dijo Ana-, porque los que salen en los cuentos no se pasan el día buscando caracolas. A ellos les pasan cosas interesantes.