A veces resulta muy difícil saber gestionar los sentimientos durante la infancia. No hay premisas claras y la imaginación permite dar rienda suelta a los más "bajos" instintos. Nuestra protagonista tiene escasas simpatías por varias personas, aunque reconoce que odiar "es una pérdida de tiempo". Hasta el momento en el que sea mayor, tiempo para el que estima que ya tendrá una mejor perspectiva sobre las personas y determinadas actitudes, se enfrenta a sus malos pensamientos, que identifica con un monstruo terrible que modifica la conducta de todos. Una interesante reflexión ilustrada del artista japonés Shinsuke Yoshitake, que ya cautivó a los lectores con propuestas -siempre originales- como Gotitas, Ese robot soy yo, La Curiosa Librería, Ser o no ser... una manzana y Atascado; en la que afronta dudas y conflictos escasamente tratados en la literatura infantil. Secuenciado siguiendo algunas estructuras propias del cómic, la obra puede considerarse un divertido manual de psicología con el que indagar en las personalidades de los que más se enfadan de casa.
A veces resulta muy difícil saber gestionar los sentimientos durante la infancia. No hay premisas claras y la imaginación permite dar rienda suelta a los más "bajos" instintos. Nuestra protagonista tiene escasas simpatías por varias personas, aunque reconoce que odiar "es una pérdida de tiempo". Hasta el momento en el que sea mayor, tiempo para el que estima que ya tendrá una mejor perspectiva sobre las personas y determinadas actitudes, se enfrenta a sus malos pensamientos, que identifica con un... Seguir leyendo
¡NO SOY UN MONSTRUO!
¡Ding, dong! ¡Ding, dong!
Hay una persona que me cae mal.
¡Una no, un montón!
Me dicen cosas horribles, ¿por qué?
¿Por qué hacen a los otros lo que no les gustaría que les hicieran a ellas?
Ojalá se tropiecen con una piedra y se caigan.
Por culpa de esa gente odiosa estoy de mal humor.
Me acuerdo de cosas desagradables y me pregunto:
¿Acaso soy un monstruo? Entonces me enfurezco.