Abran paso a mis nunga-nungas
Estoy delante de la ventana de mi habitación, sumida en el recuento de mis desgracias. Llueve. Con ganas. Es como estar completamente vestida dentro de un estanque. Y prisionera de nosequé. Tengo que quedarme en mi cuarto, fingiendo que me duele la tripa, para que papá no se entere de que soy una leprosa excluida y expulsada del campo de concentración (es decir, del colegio).