¿Y si me come una ballena?
Todos los días surge un nuevo temor en nuestras vidas. Este mundo contemporáneo, tan alocado e hiperinformado, genera variadas preocupaciones, muchas veces infundadas, que transmitimos a los pequeños. El protagonista de esta historia, Martín, es miedoso por naturaleza y, por si fuera poco, está dotado de una extraordinaria imaginación. Pero precisamente esto puede transformar el paradigma y convertir aquello que parecía terrible en una aventura extraordinaria. Con su método infalible para escapar a la realidad y el apoyo de su madre halla respuestas convincentes a partir de situaciones descabelladas, demostrando que una exageración puede ser interesante, en determinados momentos, para superar los pensamientos negativos. La pareja de creativas Isern y Bonilla desprende una química en sus trabajos conjuntos que trasladan al papel generando propuestas carismáticas y seductoras. La escenografía, en esta ocasión, constituye un variado e imaginativo catálogo de ecosistemas, al mismo tiempo que un reto para la ilustradora, que hace gala de su inconfundible y luminoso sello artístico. Sin ánimo moralizante, con algunos guiños a clásicos de la literatura infantil o iconos de la cultura popular (son evidentes las referencias intertextuales a Pinocho, Bambi, o a la saga Star Wars...); sigue el ritmo de las divertidas ocurrencias del personaje principal, tan llenas de matices y detalles que permitirán múltiples y siempre amenas lecturas.
Todos los días surge un nuevo temor en nuestras vidas. Este mundo contemporáneo, tan alocado e hiperinformado, genera variadas preocupaciones, muchas veces infundadas, que transmitimos a los pequeños. El protagonista de esta historia, Martín, es miedoso por naturaleza y, por si fuera poco, está dotado de una extraordinaria imaginación. Pero precisamente esto puede transformar el paradigma y convertir aquello que parecía terrible en una aventura extraordinaria. Con su método infalible para... Seguir leyendo
¿Y si me come una ballena?
Martín es un niño muy alegre y divertido. Tiene una imaginación desbordante, pero a veces su cabeza le juega malas pasadas. Empieza a dar vueltas como una peonza y se hace un sinfín de preguntas que siempre empiezan por las dos mismas palabras: ¿Y si...?
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