Nicoleta encuentra alivio a su soledad en los juegos de playa. Allí recolecta guijarros que, más tarde, pinta de colores en su hogar y utiliza como actores de un teatrillo con el que entretiene a otros niños y mayores. Así mantiene viva la esperanza y el optimismo. Esa colección de pequeñas piedras, disfrazadas de nueva vida gracias al trabajo de la pequeña, se convierten de esta forma en un elemento redentor de la situación de pobreza en la que, según nos revelan las últimas escenas, vive junto a su familia. ¿Un campo de refugiados? ¿El suburbio de cualquier gran ciudad costera? ¿Un barrio convertido en marginal? La realidad es que la ingenuidad e imaginación infantil consigue revertir el clima de tristeza, aunque solo sea por un corto periodo de tiempo. Las ilustraciones corren a cargo de la artista y profesora asociada de la Universidad de Granada, Ainhoa Rodríguez, que siempre muestra en sus proyectos especial compromiso y sensibilidad con las situaciones de vulnerabilidad que se viven en la infancia en muchos países.
Nicoleta encuentra alivio a su soledad en los juegos de playa. Allí recolecta guijarros que, más tarde, pinta de colores en su hogar y utiliza como actores de un teatrillo con el que entretiene a otros niños y mayores. Así mantiene viva la esperanza y el optimismo. Esa colección de pequeñas piedras, disfrazadas de nueva vida gracias al trabajo de la pequeña, se convierten de esta forma en un elemento redentor de la situación de pobreza en la que, según nos revelan las últimas escenas, vive... Seguir leyendo
La compañía de Nicoleta
Cada vez que Nicoleta aparecía por la orilla de la playa
con su cubo en la mano, se producía un gran alboroto
entre los guijarros que la habitaban..
Los que estaban secos maldecían su mala suerte:
- ¡Vaya, otra vez pasaremos desapercibidos! -exclamaban-. ¡Si nos bañaran las olas luciríamos resplandecientes y llamaríamos la atención de la niña!