A través de las vivencias de Carlota, o Doña Problemas, El Hematocrítico supo trazar una radiografía perfecta de lo que son los recreos en los centros educativos y de algunos aspectos cotidianos en el entorno escolar, momentos en los que se conoce la verdadera esencia de cada persona. Ella es divertida, sensible, valiente y, sobre todo, empática, capaz de resolver todos los conflictos, encauzar las actitudes de los "zoquetes" o prevenir las situaciones de discriminación o desamparo. Sus aventuras deberían ser lectura obligatoria en todas las clases y, como señala el narrador en el tramo final de este segundo capítulo, tendría que haber alguien como ella en cada colegio. La divertida reivindicación de ese momento de descanso en el horario lectivo como espacio de libertad y juego constituye el leit motiv de las aventuras aquí narradas, inspiradas en la propia experiencia del añorado escritor, que compaginó la publicación de inolvidables historias infantiles con la docencia. Al igual que en la primera aventura de Carlota, la recreación de las escenas corre a cargo de uno de los más importantes guionistas y dibujantes de cómic de las últimas décadas, Paco Roca, que retoma la ilustración editorial de forma puntual para dar aún mayor lustre a las ingeniosas andanzas de la joven. Una propuesta en línea clara en la que subyace una necesaria e inteligente crítica social.

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A través de las vivencias de Carlota, o Doña Problemas, El Hematocrítico supo trazar una radiografía perfecta de lo que son los recreos en los centros educativos y de algunos aspectos cotidianos en el entorno escolar, momentos en los que se conoce la verdadera esencia de cada persona. Ella es divertida, sensible, valiente y, sobre todo, empática, capaz de resolver todos los conflictos, encauzar las actitudes de los "zoquetes" o prevenir las situaciones de discriminación o desamparo. Sus aventuras... Seguir leyendo