La aventura más impresionante y conmovedora del joven reportero belga. Hergé construye una historia iniciática sólida y bien hilvanada, con continuos movimientos de plano que evitan que el lector se contagie de la monotonía del paisaje siempre blanco. El dibujo es sencillamente perfecto, trabajado con la minuciosidad en el trazo y el color que caracterizan al maestro. El dramatismo de algunos pasajes choca con el tono de otros relatos de Tintín.La aventura más impresionante y conmovedora del joven reportero belga. Hergé construye una historia iniciática sólida y bien hilvanada, con continuos movimientos de plano que evitan que el lector se contagie de la monotonía del paisaje siempre blanco. El dibujo es sencillamente perfecto, trabajado con la minuciosidad en el trazo y el color que caracterizan al maestro. El dramatismo de algunos pasajes choca con el tono de otros relatos de Tintín.
Tintín en el Tíbet
-¡Estupendas vacaciones! ¿eh, Milú? -¡A esto llama vacaciones! Correr de la mañana a la noche sobre piedras de punta...! Claro, como él lleva zapatos de suela gruesa claveteados... Si esto sigue así, yo voy a dejar aquí mis patas... -De todos modos, no me disgusta volver al redil... Estoy rendido y tengo un hambre de lobo.