Un león en el desván
Como cada vez que la puerta se abría, la pajarería entera se agitó. Una oleada de gritos, batir de alas, rasguños y ruidos atravesó las rejas y Rufo, el pequeño león que aguardaba en una de las jaulas del segundo pasillo, se instaló de un brinco sobre sus cuatro patas. Miró hacia la entrada pero no vio a nadie. Aguzó el oído y pudo distinguir el sonido de unos pasos cortos y rápidos que atravesaron el local de un tirón.