El perro invisible
La gran ilusión de Javier, la más profunda, la más tierna, la más persistente, era tener un perro. Como fuera: grande o pequeño, de pelo largo o corto, blanco o negro, rojo o gris.
-¡Un perro, quiero un perro!
Y la respuesta, tanto por parte de su padre como de su madre, era siempre:
-No.
Y no de esos que a veces pueden acabar siendo “sí”, era un “no” de verdad, sin vuelta de hoja y tan insalvable como un muro de piedra bien alto.