A través de su característico trazo en los dibujos, Sfar nos introduce en una vampiresca historia cargada de humor. El pequeño vampiro, como cualquier otro niño de su edad, quiere asistir a la escuela, sin tener en cuenta los conflictos que con su decisión surgirán en la siniestra comunidad a la que pertenece. Lo cierto es que la historia, al margen de lo insólito de sus protagonistas, pone de relieve el papel de la escuela como fuente de conocimiento y elemento socializador de decisiva importancia.
A través de su característico trazo en los dibujos, Sfar nos introduce en una vampiresca historia cargada de humor. El pequeño vampiro, como cualquier otro niño de su edad, quiere asistir a la escuela, sin tener en cuenta los conflictos que con su decisión surgirán en la siniestra comunidad a la que pertenece. Lo cierto es que la historia, al margen de lo insólito de sus protagonistas, pone de relieve el papel de la escuela como fuente de conocimiento y elemento socializador de decisiva importancia.
Pequeño Vampiro va a la escuela
Era una noche como cualquier otra noche en la vieja mansión. Los muertos, engalanados, salían de sus tumbas.
–¿A dónde se dirige esta noche, querida?
–Al bridge.
–¿Me daría la mano de su hija?
–La perdimos.
–Queda el pie, si quieres.
Las teteras bailaban con las mesitas y los fantasmas seguían el ritmo con sus cadenas.