Los viajes de Colón 3. El ocaso del gran navegante
A mí me puede más el corazón que la cabeza. Por eso, decidí dejar plantado a Cristóbal Colón y empezar un largo peregrinaje por todos los conventos y monasterios de España en busca de mi amada Luna Nueva.
Se lo dije con la mayor sinceridad del mundo y mi amo percibió mi pena.
Me pidió que lo acompañara al mercado y compró tres hermosos caballos, ya entrenados para la monta, entre los mejores que pudo encontrar, y tuvo otra gentileza conmigo.
–Escoge el que más te guste, grumetillo –dijo palpándome la espalda.