El fugitivo de Corinto
–Lo conocí en Corinto –dijo el capitán de barco romano Marco Flavio Gémino–, cuando me salvó la vida.
–¿Te salvó la vida? –Una niña africana de piel oscura con una túnica amarilla se incorporó en su diván.
Era una cálida noche de principios de mayo. Nubia, la pequeña ex esclava, y sus tres amigos cenaban con el capitán en el triclinio del jardín del
Hospitium de Helena, un lujoso hostal próximo a Céncreas, el puerto oriental de Corinto.