Publicado en plena Segunda Guerra Mundial, A chave do tamanho es una de las obras más populares de la literatura infantil y juvenil brasileña del pasado siglo cuya trama es probable que haya servido de inspiración para otras historias de parámetros similares editadas con posterioridad. Los trágicos acontecimientos que sucedían en aquel tiempo impregnan la trama de la novela, en la que sus protagonistas, doña Benta y compañía, comparten su tristeza por las noticias que llegan del conflicto a través de la radio y los periódicos. Preocupada por este momento de crisis global, la muñeca de trapo Emilia inicia una arriesgada aventura que podría hacer desaparecer a toda la civilización, una peripecia en la que se integra una valiente censura del nazismo. Mediante una insólita maniobra logra reducir el tamaño de todos los humanos con el objetivo de hacerles modificar ese modo de vida y de relacionarse que ha desembocado en el desastre. Una trama, por momentos salpicada de cierto tono absurdo, que merece el reconocimiento del autor por lo que supuso en el momento, ya que se trata de uno de los primeros relatos en los que el narrador habla de tú a tú a los pequeños sobre un tema tan complejo. Tal y como se indica en el estudio preliminar, con esta traducción -merece la pena destacar la labor de Blanca Roig y Joâo Luís Ceccantini-; se pretende reivindicar a este escritor, que compuso en plena madurez un insólito y estimulador ejercicio intelectual que subvirtió los viejos valores establecidos.
Publicado en plena Segunda Guerra Mundial, A chave do tamanho es una de las obras más populares de la literatura infantil y juvenil brasileña del pasado siglo cuya trama es probable que haya servido de inspiración para otras historias de parámetros similares editadas con posterioridad. Los trágicos acontecimientos que sucedían en aquel tiempo impregnan la trama de la novela, en la que sus protagonistas, doña Benta y compañía, comparten su tristeza por las noticias que llegan del... Seguir leyendo
La llave del tamaño
- La puesta de sol de hoy es de trompeta -dijo Emilia, con los brazos en jarra, de pie, apoyada en el marco de la cancela donde aquella tarde, después del paseo por el bosque, el personal de doña Benta se había parado a descansar. Nunca perdían la ocasión de aprovechar los espectáculos de la naturaleza. Cuando llovía fuertemente, Naricita se quedaba con la nariz pegada a la ventana viendo llover.