Geometría sagrada
Para comenzar, tomemos una hoja de papel. Lo primero que podemos dibujar es un punto. No tiene dimensión, ni está en el espacio. El punto, sin interior ni exterior, es el origen de todo lo que vendrá a continuación. Se representa como una diminuta mancha redonda.
La primera dimensión, la línea, cobra existencia cuando el uno emerge en dos principios: activo y pasivo. La línea nace como fruto del movimiento del punto en una dirección. Una línea no tiene grosor y a veces tampoco tiene fin.