Historia ambientada en Japón durante la II Guerra Mundial y narrada a través de la mirada de un niño que ha perdido a su padre. La autora, que con esta obra ha ganado el Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil, utiliza un lenguaje poético y cargado de simbolismos de la tradición japonesa. El protagonista va descubriendo sentimientos como el dolor, la soledad o el amor que le llevan a dar el paso de su infancia a la madurez. La ilustraciones, delicadas y en tonos ocres, están en consonancia con el texto.
Historia ambientada en Japón durante la II Guerra Mundial y narrada a través de la mirada de un niño que ha perdido a su padre. La autora, que con esta obra ha ganado el Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil, utiliza un lenguaje poético y cargado de simbolismos de la tradición japonesa. El protagonista va descubriendo sentimientos como el dolor, la soledad o el amor que le llevan a dar el paso de su infancia a la madurez. La ilustraciones, delicadas y en tonos ocres, están en consonancia con el texto.
Aún te quedan ratones por cazar
Desde que falta su padre, Ryo, después de rezar a los dioses y a los antepasados para que nunca olviden proteger la vida de Nakamura, su padre; de Izumi, su madre; de Saya, su abuela; y de Reyko, su secreto; se cubre hasta los ojos con su edredón y murmura: aún te quedan ratones por cazar.