En la vida real, ocultas tras las ventanas de cualquier bloque de viviendas, suceden historias tremendamente tristes a nuestro alrededor en donde los protagonistas principales pueden ser las familias de cualquier lector. La “crisis económica” y los “nuevos modelos de mercado” han forzado una situación insostenible para la economía de muchos hogares. A través de la mirada inocente de una joven la autora narra con claridad, rotundidad y sin renunciar al humor, las penurias económicas que tiene que vivir junto a su madre y hermano, y denuncia la vulnerabilidad a la que estamos sometidos en la sociedad actual, especialmente preocupante en el caso de los menores de edad. Un necesario análisis del mundo en el que vivimos que sirve como hilo conductor de una trama concebida para preadolescentes, un público que en esa edad comienza a adquirir mayor capacidad crítica y que se divertirá con la imaginativa dirección hacia la que deriva el argumento inicial. Maite Carranza obtuvo con esta obra el XXXII premio de literatura infantil El Vaixell de Vapor.
En la vida real, ocultas tras las ventanas de cualquier bloque de viviendas, suceden historias tremendamente tristes a nuestro alrededor en donde los protagonistas principales pueden ser las familias de cualquier lector. La “crisis económica” y los “nuevos modelos de mercado” han forzado una situación insostenible para la economía de muchos hogares. A través de la mirada inocente de una joven la autora narra con claridad, rotundidad y sin renunciar al humor, las penurias económicas que tiene que vivir junto a su madre y hermano, y denuncia la vulnerabilidad a la... Seguir leyendo
La película de la vida
Olivia se considera una niña como cualquier otra. Ni mejor ni peor que sus amigas, ni más afortunada ni más desgraciada. Sabe que la vida reparte sus cartas al azar, que a cada cual le toca jugar con las suyas y que no vale hacer trampas.
A Olivia le ha tocado una madre actriz, un padre missing, un hermano miedoso, unos abuelos misteriosos, unos vecinos relamidos, unas amigas tiquismiquis, una escuela de una sola línea, una tele estropeada y un piso, pequeño y acogedor, con orientación sur.